The Great Sugar Hunt from Stephen Schaub on Vimeo.
Existen algunos indicios para sugerir que nuestra sociedad es adicta al azúcar, aunque esta sustancia podría ser la droga más letal, produciendo una serie de lentas enfermedades. Eve Schaub, su esposo y sus dos hijas se plantearon el desafío de cumplir un año sin tomar azúcar añadida y reportar lo sucedido.

Schaub narra en su libro Year of No Sugar su odisea dejando esta droga aceptada —huir de restaurantes, rechazar los regalos bienintencionados de amigos o incluso de maestros de escuela— y escribe sobre los beneficios que reflejó su organismo. “Me sentía más feliz, más energética, y mucho menos susceptible a repentinos ataques de humor”. Generalmente creemos que el azúcar es lo que nos mantiene de buen humor, pero al parecer esto es un mito y en realidad nos coloca en una motaña rusa de altibajos. Por otro lado, con sólo la fructuosa que obtenemos de comer frutas es suficiente para mantenernos en un estado de ánimo alto o dulce, y no es indispensable consumir más azúcar.
Los resultados se reflejaron también en que sus hijas faltaron menos días a la escuela y después al probar alimentos con azúcar añadida pudieron reconocer los efectos: dolor de cabeza o incluso un mal sabor. Sus paladares se volvieron más sensibles —de la misma forma que con el tabaco, dejamos de notar lo fuerte que son las dosis de azúcar que consumimos porque estamos acostumbrados. Schaub advierte que los beneficios vienen después de un par de meses por lo que es importante tener paciencia. Recomienda que si bien no es indispensable erradicar completamente el azúcar de una dieta sí es importante tomar conciencia de qué productos tienen azúcar y evaluar si no existen mejores alternativas.
Liberados de su “esclavitud al azúcar”, los Schaub ahora limitan su consumo. De repente se regalan algún postre o algún alimento azucarado especial. “Esa es la forma en la que el azúcar alguna vez era consumida en nuestra sociedad”, dice Schaub.
Fuente: PijamaSurf
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